Te miro. Me miras. Nos miramos. Tumbados en la cama, mis ojos recorren tus ojos. Tus ojos recorren mi cuerpo. Piel con piel. Mi mano a tu nuca. Mi mano a tu espalda. Tu mano a mi cadera. Tu mano a mi pierna. Boca a boca.
Boca a boca. Boca a cuello. Boca a oreja. Boca a mentón. Boca a pecho. Y vuelta a empezar. Y a conquistar mi territorio. Si tus labios fuesen azúcar, yo sería lo más dulce que se pudiese encontrar.
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