miércoles, 13 de junio de 2012

Me declaro culpable.

Yo, confieso.

Confieso que te busco por la calle e imagino encontrarte entre la gente. Que coincidimos en el tren o nos cruzamos en la estación. Confieso que invento otras formas de conocerte y que siempre tienen el mismo final.

Confieso que te pienso en mi casa, en el metro y en el autobús. En la cafetería y cuando estoy de compras. En el coche mientras canto esa canción. En mitad de la pista de baile y en la barra del bar. Te pienso y se me escapa la sonrisa, y si la gente me mira con curiosidad no me importa, mejor que no sepan que estoy recordando tus caricias.

Confieso que estás en mi cabeza las veinticuatro horas del día. Mientras duermo, te sueño. Cuando me despierto, te busco en mi cama. Te busco tras de mí en el espejo del baño mientras me cepillo los dientes. Busco tu ayuda en la cocina mientras preparo desayuno, comida, merienda o cena. Si estoy estudiando estás en segundo plano, atento a algún desliz por mi parte para colarte en el primero, lo cual ocurre muy a menudo. Antes de dormir busco mi beso de buenas noches, y tras el segundo sueño busco las caricias de madrugada.

Confieso que pienso en ti a cada palabra que escribo y tu imagen me asalta a cada palabra que pienso. Si estoy leyendo surges con cada frase ya dicha por tu boca para despistarme y perder el hilo del relato.

Confieso que ya te imaginé antes de conocerte. Que eras protagonista en todas mis historias. Que soñaba con tus labios conquistadores y tus manos de pianista. Que dormía entre tus brazos y me despertaba con tus besos. Que me rescatabas de mí misma.

Confieso que eres mi objeto de deseo. Que toda mi ropa ya ha estado en el suelo de tu habitación, en el respaldo de tu silla y entre tus sábanas. Que he perdido varios coleteros y un par de medias. Confieso que termino siempre con agujetas y que muero por tus cosquillas.

Confieso que he imaginado, más de lo que quiero admitir, mi vida junto a ti. Dormir juntos todas las noches de la semana. Cocinar platos nuevos. Salir a cenar y al teatro una vez al mes. Hacer café o té para dos y compartir un baño de burbujas. Una gran biblioteca. Pelearnos por qué música escuchar durante la tarde. La película tras la cena. Inviernos y tormentas de verano. Las noches de hotel durante viajes fortuitos. Un enlace. El nombre de los niños. Incluso la decoración de nuestra casa.

Confieso que es por ti por lo que intento superarme, ser mejor persona, para merecer tu afecto. Confieso que busco tu aprobación en mis acciones porque sólo me interesa tu opinión.

No quiero conocer mis derechos y no me importa que todo esto sea utilizado en mi contra. Me declaro culpable. Culpable de quererte.

1 comentario: