Yo buscaba las palabras en tus ojos y tú mirabas tus manos vacías. Las manos que tantas veces me habían acariciado el alma.
No te dije que me dolían tus idas y venidas. La voz alzada. El tono emponzoñado. La burla, el escepticismo y la obstinación.
No me dijiste que te dolía el roce de mis manos. Los desvíos de mi mirada. Mi sumisión. Mi mutismo. Mis trastornos.
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